Cabo Verde, la cultura que late al ritmo de la morna
Mucho más que un género musical, es la esencia caboverdiana

Hay viajes que te sorprenden por sus paisajes y otros que te conmueven por sus gentes. Pero Cabo Verde me impactó por algo que no esperaba: su música. En estas islas, la morna no es solo un género musical; es un lenguaje emocional que une a su gente, un reflejo de su historia y la esencia de su alma.
Reconocida por la UNESCO en 2019 como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, la morna es mucho más que melodías y letras. Es una ventana al corazón caboverdiano, un medio para expresar nostalgia, amor, esperanza y esa indescriptible sensación que los locales llaman saudade. Esta palabra portuguesa, imposible de traducir con precisión, encapsula una mezcla de melancolía y anhelo que impregna cada nota de la morna.
Recuerdo un atardecer en Mindelo, en la isla de São Vicente. Allí, en un pequeño bar junto al mar, el tiempo pareció detenerse cuando una mujer comenzó a cantar. Su voz, suave pero llena de fuerza, flotaba sobre los acordes delicados de una guitarra criolla. Las palabras hablaban de un amor perdido, pero la emoción que transmitía iba más allá de las palabras: era un canto a la vida, con sus luces y sombras.
No se puede hablar de la morna sin mencionar a Cesária Évora, la "Diva descalza", que llevó este estilo musical a escenarios de todo el mundo. Su legado vive en cada rincón de Cabo Verde, donde jóvenes músicos continúan reinterpretando la morna, manteniéndola viva y conectando generaciones.
La morna no es solo para escuchar; es para sentir. Es la banda sonora de los mercados bulliciosos, de las reuniones familiares y de las noches tranquilas bajo el cielo estrellado. Es un recordatorio de que incluso en la distancia y la tristeza, hay belleza en compartir emociones y crear algo tan profundamente humano como la música.
Te animo profundamente a que viajes a Cabo Verde desde Zaragoza ahora que lo ponemos tan fácil... no te conformes con escuchar la morna en una grabación. Busca un rincón donde los locales se reúnan, deja que las canciones te envuelvan y, por un momento, sé parte de su historia.
La morna no solo se escucha; se vive. Y te aseguro que, una vez que la sientas, una parte de ti siempre latirá al ritmo de Cabo Verde.