El país de Serendipia

Sri Lanka más allá de Colombo y Sigiriya

Imagen de portada

Desde el primer momento supe que este viaje iba a marcarme. Tomar el vuelo desde Madrid, atravesar las horas hasta aterrizar en Colombo y sentir en el primer aliento el aire cálido y la promesa de lo desconocido fue el arranque de algo enorme. Según nuestro itinerario de “Lo Mejor de Sri Lanka” encontramos un país que se revela a pinceladas: templos milenarios, naturaleza abundante, playas que susurran descanso…


Día 1 & 2: Llegada, Colombo y primer contacto

Despertar tras la noche en vuelo ya me metía en otro ritmo. En Colombo, mientras el tuk-tuk recorría avenidas de palmeras y caos amable, me dije: “Aquí empieza todo”. Esa mezcla de lo urbano con lo tropical me hizo sonreír. Más tarde, ese mismo día, partimos hacia el interior: montañas, plantaciones de té y panorámicas verdes, de esas que se clavan.


Día 3 & 4: Altiplano, plantaciones y un tren de película

Subimos hacia las colinas donde el verde es otro verde. En un tramo de tren que serpentea por paisajes de ensueño, pensé en lo afortunado que era de vivirlo. Las hojas del té, los recolectores, el silencio apenas roto por el silbato de la máquina… Es el tipo de escena que sabes que recordarás. Lo había leído: “quizás el mejor té del mundo venga de aquí”.

En una de las paradas visité un mirador: ahí, sobre un acantilado, contemplé el valle. Me sentí tan pequeño como agradecido.


Día 5: El corazón espiritual — templos, dagobas, historia viva

Y de la naturaleza al pasado: ruinas, templos excavados en roca, ventanas al tiempo. Uno de esos lugares que te dejan sin aliento, donde cada piedra tiene su historia. Explorar el interior de un templo budista, con su silencio y su luz tamizada, me recordó por qué viajamos: para conectar, para abrir los ojos.


Día 6: Safari entre elefantes y vida salvaje

Una mañana en 4×4 por el parque nacional: elefantes al atardecer, aves exóticas, el viento en la cara y la sensación de inmensidad. Sentí que la isla me abrazaba: no solo con paisajes, sino con vida. Los locales repetían una y otra vez, que no hay nadie en el país que no conozca a alguien que haya fallecido por un elefante y es que, el humano se interpuso en su camino y ellos atacan cuando sienten que han sido amenazados en su recorrido, . Los elefantes son los mejores ingenieros de caminos que hay, durante siglos recorren los mismos caminos sin cambiar su ruta y en Sri Lanka los poblados se han ido creando sobre estos caminos.


Día 7 & 8: Costa, playa y descanso con sabor a Indico

Tras días intensos, llegamos a la costa. Playa, palmeras, mar tranquilo… Y yo con los pies en la arena, pensando en la suerte de poder parar. Un cóctel de relax y belleza. Phi, si quieres, un surf ligero o una hamaca al atardecer… Aquí funciona. Y cenar junto al mar, con pescado recién pescado, es el broche perfecto.

Sin quererlo descubrí en Sri Lanka, historias y lugares que despertaron sensaciones únicas en mi, eso es la Serendipia, algo que nace en este país. Así qeu si me pregunta, que por qué visitar Sri Lanka... Porque lo tiene todo. Historia, naturaleza, mar. Y sobre todo, alma. En palabras de otros: “templos budistas excavados en roca, plantaciones de té, elefantes, leopardos, playas para compartir…” Lo mejor es que este viaje que propongo desde desdemadrid.es lo recoge: explorar sin prisas, sumergirse en un mundo distinto, dejarse tocar.

Si me preguntas si volvería: sin duda. Y si tú me preguntas cuándo… Te diría que lo reserves ya.

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